Como agradecimiento a la buena noche que pasó en México, Sir Paul McCartney se descolgó la guitarra al final del concierto, la alzó en el aire y, tras un rápido aspaviento para firmarla, se la entregó a un fan al pie del escenario.
"Vosotros tenéis que ir a casa, nosotros tenemos que ir a casa", acababa de despedirse minutos antes tras tres horas de concierto en las que el ex Beatle demostró una vez más su pacto con el diablo para mantenerse eternamente joven y enérgico.
La llegada de McCartney había creado suma expectación en México, con largas filas y tensiones para hacerse con una entrada a alguno de sus dos conciertos (habrá otro esta noche, también en el Foro Sol de Ciudad de México). Muchos fans se congregaron ayer frente al hotel de lujo donde se hospeda, en espera de ver al ídolo.
Éste, consciente de que muchos se quedaron sin "premio", autorizó y pagó la instalación de una pantalla gigante en un espacio verde de la capital mexicana, el bosque de Chapultepec.
El recital, parte del "Up and Coming Tour", también se retransmitirá por Internet.
Practicó su español
"Macca" disfrutó tanto como el público mexicano con el reencuentro tras ocho años sin verse, y pasó gran parte de la noche practicando jovialmente su español.
"Tres conejos en un árbol tocando el tambor, que sí, que no, que lo he visto yo", espetó el caballero británico para asombro de los 55.000 espectadores, como recuerdo de sus clases de español en la escuela, cuando tenía once años y el submarino amarillo no existía.
Su locuacidad lo convirtió, posiblemente, en el artista tanto latino como anglosajón más parlanchín que haya pasado por México en los últimos años. A veces, con alguna frase más complicada, parecía recurrir a alguna pantalla o letrero a sus pies.
(Con información de EFE)
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