Pura garra. Puro equipo. Puro fútbol. Eso fue Uruguay durante los últimos días, y tras
vencer por 3 a 0 a Paraguay se coronó Campeón de América. En un Monumental que
fue celeste, en una Buenos Aires invadida por uruguayos que en los últimos días no
dejaban sus banderas ni para cenar y cuando alguno arengaba alzaban el puño cada
vez más victorioso, el equipo del maestro Oscar Tabárez confirmó que la mejor estrella
en el fútbol es el equipo. Ni Messi ni Neymar. Ni las hábiles y cotizadas estrellas argentinas
y brasileñas. Uruguay se lleva las flores en este torneo.
Los primeros 15 minutos de juego fueron pura actitud. Un absurdo penalti no cobrado
por mano en el área no calmó a Uruguay que presionó y presionó y atacó al muy buen
portero Villar hasta que Suárez, aquél del milagro contra Ghana, mostró que los grandes
artilleros son ambidiestros: la paró con la derecha, la mandó a guardar con la zurda.
Iban 12 minutos de juego.
Cuando la persiana del primer tiempo se cerraba y Paraguay respiraba, la presión le
jugó otra mala pasada a los guaraníes y Diego Forlán perforó a Villar nuevamente.
Paraguay recuperó terreno en el segundo tiempo, y Haedo, notable talentoso guaraní,
puso a prueba a Muslera y el balón terminó estrellándose contra el poste superior tras
un genial pase de Ortigoza. Después fue esperar para que el bicampeón del mundo
sea, una vez más, rey de América. Y fue en el epílogo, cuando la resistencia de la
defensa observó a Suárez en un contragolpe, y el mejor jugador de la Copa América,
con la generosidad de los grandes, cedió el balón de cabeza para que Forlán cierre
el partido. 3 a 0. Se trata del 15 triunfo uruguayo en el torneo continental, y logra
así desempatar con la Argentina para ser en soledad, el máximo campéon de la
historia de la Copa América.
Un equipo sólido
¿Quién es Uruguay? Uno de los dos mejores porteros de América, Fernando Muslera
(el otro, indiscutiblemente, el paraguayo Justo Villar); el 2 más seguro y gran
cabeceador, Lugano; el sacrificio de Diego Pérez; la ida de Maximiliano Pereira;
la presión de Álvaro Pereira; el talento de Forlán; y la insistencia, movilidad y
omnipresencia de Luis Suárez. También el resto de las piezas, todas dispuestas
a dejar la vida en cada balón ante rivales con mayor habilidad y cotización.
Pero por sobre todo un serio proyecto conducido por el maestro Tabárez que
supo encadenar grandes momentos y estrellas poniendo la celeste por arriba de todos.
Argentina en crisis
Tras la eliminación argentina en cuartos de final, pero sobre todo tras el amargo
sabor que dejó la primera rueda con dos empates contra Bolivia y Colombia, Sergio
Batista ingresó en la cuerda floja. La prensa argentina habla de un inminente cambio
en la conducción. Los nombres que más suenan son Alejandro Sabella, de histórica
campaña con Estudiantes de la Plata, Gerardo Martino, conductor del gran Paraguay, y recientemente, tras su declarada voluntad de conducir a la selección, Carlos Bianchi,
campeón de todo con Boca y Vélez.