Para los miles de turistas que van a Río de Janeiro, el intercambio multitudinario de ósculos es el mayor atractivo de estas fiestas
Río de Janeiro (AP).-. En el Carnaval de Río de Janeiro, un beso no se le niega prácticamente a nadie. Y si se le llega a negar, siempre habrá más opciones.
Algunos incluso han ideado una especie de nuevo deporte de alto rendimiento y buscan coleccionar la mayor cantidad posible de esas muestras de cariño.
Con un sostén de bikini color de rosa, una minifalda floreada y el rostro cubierto con brillos plateados, Taline Pereira se unió desenfadada al centro de las fiestas del Carnaval -conocidas como “blocos”-, que en algunos casos pueden reunir a un millón de personas.
“Viajé miles de kilómetros para venir al Carnaval de Río por primera vez”, dijo la estudiante de 18 años, procedente del noreste de Brasil. “Desde luego que voy a besar a todos los chicos que pueda”.
Pero los brasileños no quieren que nadie albergue malos pensamientos sobre todo este arte del besuqueo, conocido como “ficar”, que significa “quedarse”. Se trata, dicen, de un juego inocente, donde cualquier intento de propasarse puede derivar al menos en una bofetada.
Al igual que los rituales más intrincados del cortejo, éste involucra reglas y pistas sutiles, no verbales, que un hombre o mujer debe entender para lograr el éxito -definido por Pereira como “quizás besar a 12 chicos o a uno solo, pero que sepa besar muy bien”-.
SE DAN NO MENOS DE DIEZ BESOS DIARIOS
Encuestas informales revelan que jóvenes de ambos sexos relatan haber besado en promedio a más de 10 personas al menos una vez durante el Carnaval.
Rafael Salathiel, de 18 años, estaba con un grupo de amigos el viernes, en un “bloco” llamado “Ven a mí, soy fácil”. Salathiel dijo que tiene una larga historia de “besar a cuantas chicas quiera durante el Carnaval”.
Para buena parte de los 700,000 turistas que han invadido Río, los “blocos” son el corazón del Carnaval, antes que los desfiles de las escuelas de samba, previstos para el domingo y el lunes.
“BLOCOS” PARA TODOS LOS GUSTOS
Cada “bloco” tiene su propio público y simbología. Algunos se dirigen a los periodistas, otros atraen a los gays, muchos tienen una amplia participación de los adolescentes y hay incluso encuentros especiales para niños.
Pero todos -salvo quizás el de los niños y el de perros y gatos- incluyen cerveza abundante, gente con poca ropa y flirteo.
Aunque el gobierno brasileño anunció orgulloso que distribuiría 55 millones de condones para el carnaval, no ha emitido advertencias sobre la posibilidad de contraer enfermedades por los besos a discreción.
TODO COMIENZA CON LA MIRADA
“Todo comienza así: una mira a un chico, lo mira en serio. Él viene, comienza a hablar y, si hay química, todo se desenvuelve”, dijo Pereira. “No importa si es guapo o no, siempre y cuando haya energía”.
Lucas de Souza, de 17 años, se pavoneó mientras relataba la perspectiva masculina de estos encuentros.
“Acudo con buena actitud y buena charla”, alardeó Souza. “A las brasileñas hay que hablarles bonito. Pero si gano confianza, puedo tocar su cabello, su brazo y luego intentar besarla”.
Mientras hablaba, sus compañeros emitían una especie de silbido de bajo volumen, que los brasileños parecen aprender desde la cuna para atraer la atención de una mujer en una muchedumbre.
¿Y si ese beso no se realiza? “Mira, este lugar está lleno de chicas”, contesta. “Si una me rechaza, seguramente tendrá una amiga que no lo hará”.
Diario El Comercio