El líder nacionalista se mostró moderado y reunió a su alrededor a personajes como MVLL y Toledo, que le dieron a su candidatura el respaldo democrático que necesitaba
(Foto: Archivo El Comercio)
SEBASTIAN ORTIZ MARTÍNEZ @Shebas07
Redacción Online
Nadie, a inicios de esta campaña, en diciembre pasado, apostaba un sol por la candidatura de Ollanta Humala, a excepción de sus militantes. Seis meses después, el líder nacionalista es el virtual presidente electo del Perú y el respaldo que recibió ayer en las urnas no es producto del voto antisistema, como lo sostienen sus críticos, sino de una estrategia que incluyó la moderación de su discurso y reunir a su alrededor tras la primera vuelta a diferentes fuerzas políticas e intelectuales.
1. UNA NUEVA ESTRATEGIA
A diferencia del candidato del 2006, esta nueva versión de Humala Tasso -moderado, con camisa celeste y paciente ante los ataques- no solo logró calar en el Perú profundo, compuesto por los pueblos del interior del país que no han visto los resultados de la prosperidad económica de los último diez años, sino también en parte de los sectores del A/B. Además, en esta oportunidad, el nacionalista deslindó desde el inicio de su campaña con el mandatario venezolano Hugo Chávez (aunque jamás se animó a calificarlo como dictador) y se presentó, en cambio, como una versión peruana del brasileño Lula, prometiendo desarrollo más inclusión social, dos palabras claves y de fácil recordación para el electorado.
2. EL RIVAL Y EL CENTRO DIVIDIDO
Probablemente si Alejandro Toledo (Perú Posible), Pedro Pablo Kuczynski(Alianza por el Gran Cambio) y Luis Castañeda Lossio (Solidaridad Nacional) hubiesen formado una coalición que represente al centro democrático, uno de ellos y no Keiko Fujimori habría pasado a la segunda vuelta con Humala Tasso. En este escenario, según la mayoría de encuestas publicadas, cualquiera de ellos le hubiera ganado al nacionalista. La fragmentación del centro permitió el contexto de esta segunda vuelta y, por ende, el triunfo del humalismo. Es decir, Humala tuvo un camino menos complicado para llegar a Palacio de Gobierno con Keiko Fujimori que el que hubiera trazado de tener a Toledo o a Castañeda como rivales.
3. EL RECHAZO AL FUJIMORISMO
El rechazo a la candidatura de Keiko Fujimori fue mucho más fuerte que la incertidumbre que genera un gobierno nacionalista. La legisladora, quien sostuvo que no repetiría los errores de su padre, el ex presidente Alberto Fujimori recluido en la Diroes por violación a los Derechos Humanos, permitió que personajes cuestionados en los años noventa regresen de su mano a la política y las disculpas que ofreció por los excesos cometidos no calaron en toda en la población. El voto anti-Keiko inclinó a parte de los indecisos, quienes optaron por marcar el símbolo de Gana Perú.
4. ADIÓS A LOS PLANES PELIGROSOS
No solo dejó el polo rojo por la camisa celeste, también cambió vocablos como “el plan nacionalista” por la palabra “democracia”, repetida en cada intervención ante la prensa. Además, firmó múltiples compromisos en los que desterraba todas las temerosas ideas de su plan inicial, abriendo la puerta a una versión más centrada y menos beligerante del candidato Humala. Se corrió de la izquierda y dio varios pasos acertados hacia el centro que le valieron miles de votos. No habló más de su intención de reformular la Constitución y juró no tocar los fondos de la AFP, entre otras perlas que le estaban jugando en contra.
5. EL FACTOR MVLL Y TOLEDO
Tras su victoria en primera vuelta, Humala necesitaba ubicarse al centro, que la ciudadanía lo viera como un político que respetaría las libertades y el modelo económico. Primero jaló de las filas de Perú Posible al economista Kurt Burneo y recibió el respaldo de una serie de partidos políticos, incluyendo Fuerza Social, al cual pertenece la alcaldesa de Lima, Susana Villarán. Luego, el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y el ex presidente Alejandro Toledo le brindaron su apoyo en contra de lo que “podría significar el regreso de la dictadura al poder”.
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